jueves, 19 de agosto de 2010

Retrato perfecto de la muerte de un desconocido.

Gusto de caminar por las noches en solitario; hago breves pausas en la vida para intentar ser abogado y disfruto querer con intensidad a mis tórridas amantes. Eso ahora ya no tiene sentido.

Dos semanas, más o menos pasaron desde que me secuestraron; digo más o menos porque ya perdi la cuenta.

Siempre, liberal por excelencia, había pensado que sin libertad la vida no tendría sentido, sin embargo, a pesar del frío y el hambre me aferro loco a la vida. Respirar, aún puedo respirar, vivo para respirar. En qué clase de humanidad puede existir el deseo de hacer esto a otra persona. Hubo un momento en mi vida en el que no probé bocado por tres días, voluntario y por convicción, pero en este lugar húmedo, frío, siniestro no existe sueños ni convicciones; solamente el deseo de volver a casa, hacer el amor con mi mujer y vivir.

Es imposible no tener miedo, la vida se me escapa con los segundos que pasan y la oscuridad tiñe de forma absoluta todo este lugar.


Los primeros días de calvario fueron soportables gracias al recuerdo de un hombre que vivió preso por veintisiete años y ya en libertad tuvo la firmeza de unir a su pueblo y liderarlo ejemplarmente; si no das con el personaje, ve, tú que estás fuera al buscador de google, el gigante, y teclea: M-A-N-D-E-L-A; lo demás corre por tu cuenta; pero volvamos a mi propia tragedia.

Por lo menos Mandela se sabía prisionero político; yo no sé porqué estoy entre estas cuatro paredes que son un agujero entre la maldad; ¿Esto es un secuestro?, ¿Una venganza?, ¿Un juego demencial?, ¿Un acto de justicia?, ¿Un auto exilio?, ¿Qué es todo esto? Vallejo parió Trilce en una cárcel de Trujillo, el momento más grave de su vida; hay algo que sólo he podido notar en mi cautiverio. Hay personas afuera aparentemente libres, pero tienen camisas de fuerza que no ven; por lo menos yo sé que estoy en cautiverio.

He dejado de gritar, tengo la garganta seca, no tengo saliva, mierda, cuando me rescaten haré un cuento con todo esto.

Parece que ha pasado otro día, el lugar hiede a muerte, entonces converso con Alá. Media vida ateo, he olvidado todas las oraciones, así que estoy improvisando, pero a él eso no debe importarle, si es el todobondadoso que siempre dicen. Si me dejas salir prometo ser buen chico, dejaré la política y ya no haré el amor con mi cuñada, por favor, por favor ayúdame.

Al despertar tuve el macabro presentimiento que hoy es mi último día, la vida se aleja tranquilamente, como un suspiro; no tengo aliento siquiera para abrir los ojos, parece que la gravedad ha aumentado inconsultamente, tengo miedo, perdí las ganas de evitar la muerte y siento como la vida huye, ligera; entonces la puerta hace un chirrido horrible y se abre frenéticamente, con el último indicio de vida abro los ojos, me arden por la luz, caray, una silueta femenina, alcanzo solamente a escribir que he muerto.