jueves, 22 de octubre de 2009

CRÓNICA DE UNA HUELGAMBRE ANUNCIADA




Fue un miércoles a las tres de la tarde, una reunión convocada por el Tercio Estudiantil del Consejo de Facultad (CF) de Derecho. Esa reunión tenía una importancia singular: significaba el inicio de medidas radicales, el fin del diálogo y la diplomacia, que poco ayudaron para que nos hagan caso.



Era tarde de primavera, no éramos más de quince, la imprecisión es con dolo, pues me apena exponer el número exacto, real; pero la convicción por extirpar a los docentes plagiadores era absoluta, en este caso amigos, el absoluto existe.



En pocas palabras, la estrategia era esta: convocar a conferencia de prensa, denunciar públicamente los plagios y realizar una huelgambre en el corazón de la burocracia universitaria: el Rectorado.



Es así que el lunes diecinueve de octubre, a las diez de la mañana, seis estudiantes de la Facultad de Derecho de la UNSA nos adocenamos en el frontis del Rectorado, e iniciamos una huelgambre indefinida, para que el Consejo Universitario (CU), dirigido, en realidad monitoreado cual cometa de niño, por el Rector Valdemar Medina, extirpara definitivamente a cuatro postulantes del Concurso de Nombramiento Docente por haber presentado obras plagiadas al mencionado concurso; sus nombres no los señalo porque ya son harto conocidos.



Reconozco, que no lamento, no haber avisado a mi madre ni al doctor con quien trabajo, que me unía a esta hidalga causa. A esta lucha de jóvenes que parecían de otro mundo que mi mundo. Simplemente no quería dar cuenta a nadie, quería actuar.



Primer día. Armamos una disarmónica carpa, las arengas eran fulminantes, la convicción reitero, absoluta; además, estábamos comiditos pues. La prensa asediaba, lo cual era moralizador, la sociedad aplaudía, los turistas nos miraban como extraterrestres, pero hasta traductor teníamos en la huelgambre, incluso violinista. Pero, si por el día el sol menguó, el frío de noche se desgañitó con nosotros.



Segundo día. Precisamente cuando el CU iba sesionar; hubo cielo despejado y sol radiante; si dios existe, no apoyó la huelga. Ya éramos siete; mejor uno más que uno menos pensaba. Cuántas veces nos invitaron a reunirnos en privado con el Rector ¿Acaso cree que todo se vende y se compra? Y sus emisarios fueron desde personal de seguridad hasta Decanos de diversas Facultades. El mismo Rector vino a invitarnos. Lo dejamos esperando.
Cuando sesionó el CU invitaron a dos de nosotros a pasar, solamente para decirles en su cara, en masa los integrantes del CU que iban a discutir el tema, sí, pero con la condición de levantar la huelgambre. Seremos cojudos. ¡Si no hay solución, la huelga continúa!



Tercer día. En la huelga amanecimos diez compañeros. Y cada día, cada tripa que lloraba y arengaba, significaba para las autoridades universitarias escandalosas cifras de desprestigio institucional. Si nosotros no probábamos bocado, ellos recibían infusiones de presión social cada hora que corría; eran foco de los medios de prensa, de nuestras madres, nuestros compañeros, de la sociedad en su conjunto.



Mientras tanto sentimos que habíamos envejecido unos quince años; dolían los huesos por el frío, la piel curtida por el sol, las vísceras por el hambre, pero la convicción había aumentado proporcionalmente al hambre, y por cierto al olor; sobre todo cuando nos enteramos que el CU iba a sesionar extraordinariamente ese mismo día por la tarde y para tratar el tema. Están desesperados nos dijimos, y la convicción se encendió.



Llegado el momento de la sesión, esta vez tres compañeros ingresaron, y desde fuera no dejamos de arengar: ¡Zegarra, Rivera, fuera de la UNSA! ¡La juventud consciente, jamás será sirviente! ¡Si no hay solución, toma de locales! ¡Tres tres tres, tres días sin comer! ¡Fuera la corrupción! ¡Fuera los plagiadores! ¡Fuera la inmoralidad!… Para que nos escuchen y sepan que estábamos dispuestos a seguir y radicalizar nuestra medida, para regurgitar en sus enmohecidas conciencias. Sacamos gargantas de donde sea, éramos unos veinte, parecíamos trescientos. Si dios existe, nos miraba desde la inmensidad.



Los compañeros salieron. Habíamos triunfado.



Esta fue una huelgambre vallejiana, no sólo porque “fuimos pocos pero fuimos”; sino más bien, y con mayor razón porque “hay hermanos mucho por hacer”.


Luego fuimos a comer pollito.
..................................................Por: Joel Huillca Chipana........