
Oigo el aullido del lobo
el sonido se desliza por este oído que va junto al suelo
puedo escucharlo también por este ojo tuerto
y por este ala de noche
donde a veces llueves para fornicar.
Rimbaud, Rimbaud, Rimbaud...
Y esta esperanza negra de latidos
latidos espesos, engrasados, espesos;
no te dejan esparcir con el viento,
para cumplir tu ciclo de hoja.
Manantial de momentos para no pedir la cuenta
y contar, más bien, los segundos sin tiempo,
para no reconocer a los regordetes hijos de tu jefe
y comerlos desde dentro.
Nunca debes enterarte que, tu hermana me mantiene.